En el nombre de la ciencia

Einstein Cerebro
Gracias al trabajo del patólogo Thomas Harvey quien preservó el cerebro de Albert Einstein hace varias décadas, hoy en día es posible que los científicos sigan ocupándose en tratar de averiguar que lo hacía tan inteligente.

Sabiendo que el mundo trataría de examinar el cerebro de una de las personas más inteligentes que han vivido, Harvey le tomó varias fotografías antes de cortar el tejido en capas, para colocarlas posteriormente en varios portaobjetos que fueron entregados a los neuropatólogos más importantes del mundo. Estos científicos esperaban encontrar en la anatomía del cerebro, una pista que les mostrará cómo Einstein había logrado su genio tan sorprendente.

Durante los análisis iniciales los hallazgos fueron pocos, a excepción de que el cerebro de Einstein -contraintuitivamente a lo que se esperaba- era en realidad de menor tamaño que el cerebro de una persona promedio. Incluso los primeros estudios en los tejidos, mostraron las características normales del envejecimiento, así como los biomarcadores que se esperaban en una persona que vivió hasta la edad de setenta y seis años. Fue así como Harvey terminó colocando los fragmentos del cerebro en un frasco lleno de formol, lo metió dentro de una caja de sidra y la puso debajo de un enfriador de cerveza en su oficina.

Este legendario cerebro fue sacado décadas más tarde, cuando en 1985, un estudio mostró que las dos partes del cerebro de Einstein contenían una mayor cantidad de células giliales, que son las células que rodean a las neuronas y funcionan como su apoyo. Otro estudio publicado en la década de los noventa llegó a la conclusión de que hacía falta una estría en una parte del córtex. Lo interesante es que se piensa que el área faltante es importante para procesar la información visual y espacial, sin mencionar que es importante para las habilidades matemáticas. Los científicos especulan que la estría que falta podría haber mejorado las conexiones neuronales, aunque eso sólo explica en parte el desempeño superior de Einstein.

Por otro lado, se han comparado las fotografías tomadas y su anatomía, con la de otros ochenta y cinco cerebros. Los investigadores encontraron que el córtex prefrontal de Einstein presentaba circunvoluciones bastante complejas, en contraste con las circunvoluciones observadas en los demás cerebros. El córtex prefrontal es importante para el nivel superior del pensamiento abstracto. Por lo que es posible que el aumento en el número de pliegues y fisuras en esta área del cerebro, contribuyeran a su capacidad para realizar sus famosos experimentos mentales, como aquel donde Einstein se imaginó a sí mismo viajando al lado de un haz de luz.

Las fotos también mostraron que una parte del córtex somatosensorial derecho de Einstein era particularmente grande. Se cree que esta área que procesa la información sensorial de la mano izquierda, estaba súperdesarrollada debido a que tocaba constantemente el violín.

Al final sólo nos queda preguntarnos si el secreto de la genialidad de Einstein realmente se encontraba en los pliegues y fisuras de su cerebro, en la forma en que fue educado o en su extra especializado córtex prefrontal. Quizá actualmente no se puede responder a estas preguntas, pero vale la pena intentarlo.

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