Durante el 2011 apareció una pulsera que hacía las veces de un dispositivo para medir nuestra actividad física a lo largo del día. Sin embargo, esta primera propuesta resultó ser una especie de prueba para afinar muchas características que habían fallado. Tanto así que el fabricante ofreció la devolución del dinero a sus clientes si no estaban satisfechos con el producto.
Después de volver a la mesa de diseño, el lanzamiento del nuevo Jawbone Up demostró ser un dispositivo más flexible, resistente y con nuevo software integrado. En el sentido estético, cualquiera podría usar esta pulsera, aún si no estuviera haciendo ejercicio.
En su interior hay una batería que dura más o menos diez días por recarga, un motor de vibración y un sensor de movimiento del acelerómetro. El único botón para cambiar los ajustes de la pulsera, está ubicado en uno de sus extremos; en el otro extremo hay un enchufe de tres punto cinco milímetros, éste sirve para conectarlo a nuestro teléfono móvil.
Jawbone Up puede darle seguimiento a tres cosas: a nuestra actividad física, a comer y dormir. Midiendo nuestro movimiento es capaz de traducir esa información al número de calorías quemadas e incluso puede advertirnos cuando llevamos demasiado tiempo sentados frente al ordenador. Eso nos lleva a hablar de sus dos funciones de alarma, una para sueño prolongado y otra para siestas.