Para muchas personas es difícil concentrarse, pero es una habilidad que se puede desarrollar.
El primer paso para la mayoría de las personas comienza por apagar el televisor, dejando el teléfono móvil de lado y cerrando cualquier sesión de correo o redes sociales. Si creen que esto no puede ayudar, puede realizarse el siguiente ejercicio: trate de eliminar el tiempo no indispensable frente a un monitor durante dos días, en caso de lograrlo, podemos fijarnos espacios de tiempo más prolongados y ver si también logramos cumplirlos.
Es indispensable identificar cuáles son los momentos del día en los que nos encontramos más activos y utilizarlos para hacer frente a los proyectos que requieren de nuestra total atención. Para los momentos más relajados del día se pueden elegir tareas más sencillas, como responder correos o realizar tareas un poco más mecánicas.
Si nuestra mente es desordenada, seguro no es un lugar para almacenar todos los asuntos pendientes. Ponerlos en papel o capturarlos digitalmente es una buena alternativa para lograr una mejor organización.
Recuerde que cualquier habilidad que valga la pena tener, requiere de práctica. Aprender a concentrarse no es diferente. Invertir tiempo en mejorar nuestra concentración y meditación tiene como recompensa la capacidad de realizar con mayor precisión las tareas que nos fijamos. Así como la satisfacción de llevar a cabo nuestros compromisos sin el estrés de decenas de cosas en nuestra mente.
Los compromisos también harán las veces de propósitos; esenciales para alcanzar la felicidad.
