Si el autismo se detecta en la infancia, un tratamiento adecuado puede sacar el máximo provecho de la notable plasticidad de un cerebro joven; aunque el autismo es difícil de diagnosticar antes de los veinticuatro meses. Si los signos son detectados a los dieciocho meses de edad, el tratamiento intensivo puede ayudar a reconfigurar el cerebro y revertir los síntomas.
Cabe resaltar que los primeros signos de autismo implican la ausencia de comportamientos normales, más no la presencia de comportamientos anormales. En algunos casos, los primeros síntomas de autismo son mal interpretados como signos de un ‘buen bebé’, es decir, un bebé que parece tranquilo, independiente y poco exigente. Sin embargo, los padres pueden tomar las señales de advertencia temprana si saben qué buscar.
Por ejemplo, algunos niños autistas no responden a los abrazos, ni a los gestos propios para llevarlos en brazos, ni a mirar a sus madres cuando estas los alimentan, ellos tampoco sonríen cuando les sonríen, no responden a su nombre o al sonido de una voz familiar; tampoco siguen objetos visualmente, no utilizan gestos para comunicarse, no hacen ruidos para llamar la atención, no inician o responden a las caricias, no imitan movimientos o expresiones faciales; incluso dejan de pedir ayuda o no realizan alguna petición básica; no juegan con otras personas y no comparten intereses ni demuestran gozo o disfrute al llevar a cabo alguna actividad.
Cualquier pérdida del habla, balbuceo, gestos y otras habilidades sociales, se deben tomar muy en serio y amerita programar una cita de seguimiento con su médico o especialista de manera inmediata.
