Resulta muy raro que alguien pueda llegar a conocer mejor a un niño que sus propios padres. Por esta razón, nadie está en una mejor posición para detectar los primeros signos de alerta del autismo que ellos.
Un padre es capaz de observar durante más tiempo los comportamientos y peculiaridades en su hijo, y puede notar algunos detalles que un pediatra, durante una visita corta, podría pasar por alto. Esto no quiere decir que debamos descartar la ayuda de un especialista, por el contrario, el pediatra es un socio muy valioso para el tratamiento del autismo. La clave está en educar a los propios padres para que sepan qué es normal y qué no lo es.
Ahora bien, ya que el autismo consiste en una serie de retrasos en el desarrollo, no todos apuntan directamente a este padecimiento, aunque pueden indicar un mayor riesgo de padecerlo. Por otro lado, cada niño se desarrolla a un ritmo diferente, así que no debe asustarnos el hecho de que le tome un poco más de tiempo el dominar acciones como hablar o caminar. Cuando hablamos de un desarrollo saludable, hay una amplia gama aquello que podemos llamar ‘normal’.
Sin embargo, cuando el pequeño no está cumpliendo con las metas propias de su edad, o si existe la sospecha de un problema, la recomendación es compartir esas preocupaciones con el médico o pediatra inmediatamente. Muchos padres optan por esperar y ver qué ocurre, no obstante, esperar es lo peor que pueden hacer.
Respecto a las metas correspondientes a la edad del pequeño, debe cuidarse que no ocurra lo siguiente:
A los seis meses: La ausencia de sonrisas u otras expresiones cálidas o alegres.
A los nueve meses: La ausencia en el intercambio de sonidos, sonrisas u otras expresiones faciales.
A los doce meses: La falta de respuesta a su propio nombre y la ausencia de balbuceos, además de la falta en el intercambio de gestos, tales como señalar, mostrar, alcanzar algo o saludar.
A los dieciséis meses: La ausencia de palabras habladas.
A los veinticuatro meses: La falta de oraciones significativas de al menos dos palabras que no impliquen una imitación o repetición.
En los casos donde el autismo o algún otro factor es responsable de un retraso en el desarrollo del pequeño, es poco probable que éste desaparezca eventualmente. Con el fin de desarrollar sus habilidades, el niño necesitará con seguridad de ayuda adicional o de un tratamiento especialmente dirigido a su problema.
Lo ideal es que el médico tome en serio las preocupaciones de los padres y realice una evaluación completa para detectar autismo u otros retrasos en el desarrollo.
