Lo último que un padre desea es que su hijo tenga algún tipo de dificultad. Sin embargo, cuando se trata de autismo, nada es más importante que realizar una detección temprana (aproximadamente a los diez u ocho meses). Cuanto más joven es el niño, mayor es el impacto del tratamiento sobre los síntomas del autismo. Pero sin importar la edad que tenga, no hay razón para perder la esperanza. Un tratamiento adecuado puede reducir los efectos del desorden y ayudar al niño a aprender, crecer y prosperar.
El autismo es un espectro de trastornos estrechamente relacionados con un núcleo común de síntomas. Dichos trastornos aparecen en la infancia y la niñez temprana, causando retrasos en muchas áreas básicas del desarrollo, tales como aprender a hablar, jugar e interactuar con los demás.
Los signos y síntomas del autismo varían ampliamente, al igual que sus efectos. Algunos niños autistas tienen sólo impedimentos leves, mientras que otros tienen más obstáculos que superar. Sin embargo, todos los niños en el espectro autista tienen problemas, al menos en cierto grado, en las siguientes áreas: la primera es en la comunicación verbal y no verbal; la segunda ocurre en los problemas que tienen al relacionarse con los demás y con el mundo que les rodea, por último está la dificultad de pensar y actuar con flexibilidad.
Entre los médicos, los padres y otros especialistas en el tema, existen diferentes opiniones respecto a cuáles son las posibles causas del autismo y sobre cuál es la mejor manera de tratarlo. No obstante, todos coinciden en que una intervención temprana e intensiva, puede marcar la diferencia.
