Científicos japoneses llevan la clonación al extremo

Clonacion
Los científicos japoneses se han tomado la clonación bastante en serio. Quizá no han clonado una nueva especie ni han desarrollado una nueva técnica, sin embargo, lograron llevar los métodos ya existentes al límite clonando no menos de quinientos ochenta y un ratones (todos desde una sola célula original). Si sus resultados pueden ser replicados en otros animales, esto podría ser una vía para obtener cantidades prácticamente ilimitadas de animales de granja genéticamente superiores u otros animales importantes para la investigación.

Mucho antes de que la oveja Dolly fuera clonada en 1996, los científicos ya habían establecido una larga historia de clonación de mamíferos. El primero de ellos fue un ratón genéticamente idéntico producido en 1979, al que pronto le siguieron las primeras vacas, gallinas y ovejas producidas de la misma forma. No obstante, lo que distinguió a Dolly de todos ellos fue su método de clonación.

Si consideramos que los clones de mamíferos se producían madurando un embrión dentro de un tubo de ensayo, para implantarlo posteriormente en una hembra; resultó ser una novedad el que Dolly fuera clonada a partir de una célula adulta (específicamente una célula de ubre tomada de una oveja de seis años de edad). A este método se le conoce como transferencia nuclear de células somáticas, y consiste en tomar el material genético de la célula adulta, para colocarla en el núcleo de un óvulo al que se le ha removido su propio material genético.

Si consideramos que Ian Wilmut tuvo que emplear casi trescientas veces este método antes de tener éxito con la clonación de Dolly, el éxito de los japoneses es un avance significativo. Y es que otros científicos habían sido capaces de clonar ratones sólo hasta la sexta generación en el año 2000, después de haber realizado más de mil intentos.

Los científicos frustrados intentaban averiguar por qué la clonación sucesiva se había vuelto progresivamente problemática. Al final, encontraron que la célula original de la cual se obtenían los clones, a menudo tenían anormalidades epigenéticas. La regulación epigenética se refiere a la activación y desactivación de los genes por las moléculas, no por los genes mismos. En consecuencia, era razonable pensar que cualquier célula tomada al azar tendría algunas de estas anormalidades, esto provocaría que todas las células derivadas, comenzaran a ampliar dichas anormalidades.

Basados en estas experiencias previas, los investigadores japoneses trataron de mejorar la eficiencia de la clonación utilizando una sustancia química llamada tricostatina A, que inhibe un poderoso compuesto epigenético conocido como proteína histona deacetilasa. El inhibidor les permitió producir los más de quinientos ratones, que se encontraban sanos y eran capaces de reproducirse. Es más, la tasa de éxito no disminuyó con cada generación.

El estudio fue dirigido por el Dr. Teruhiko Wakayama, del Instituto Riken en Japón, y fue publicado el siete de marzo en la revista Cell Stem Cell.

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