La fertilización in vitro es el método más común y eficaz que la tecnología puede ofrecer, para ayudar a que las mujeres puedan quedar embarazadas.
El procedimiento consiste en fertilizar un óvulo fuera del cuerpo, dentro de un plato de laboratorio, y luego implantarlo en el útero de una mujer. En un embarazo normal, un espermatozoide penetra el óvulo de una mujer y lo fecunda dentro de su cuerpo después de la ovulación, esto es, cuando un óvulo maduro se ha liberado de los ovarios. El óvulo fertilizado (ahora un embrión) se adhiere a la pared del útero (matriz) y comienza a desarrollarse en un bebé. Esto se conoce como la concepción natural.
Sin embargo, algunas mujeres no pueden quedar embarazadas a través de la concepción natural o sin ayuda, y tienen que someterse a un tratamiento de fertilidad para quedar embarazadas.
Si las técnicas de fertilidad menos costosas no funcionan, algunas mujeres pueden optar por la fertilización in vitro. Según la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva, el uno por ciento de los bebés estadounidenses son concebidos por fecundación in vitro. Hasta la fecha, la fertilización in vitro ha contribuido aproximadamente con cinco millones de nacimientos.
¿Sabías que la fertilización in vitro se ha utilizado desde finales de 1970, y que la primer bebé de probeta nació el veinticinco de julio de 1978? Además, en el año 2010, Robert Edwards fue galardonado con el Premio Nobel de Fisiología o Medicina por el desarrollo de la fertilización in vitro.
