A pesar de que la tasa de diagnósticos ha alcanzado el once por ciento en los niños de cuatro a diecisiete años en Estados Unidos, los neurocientíficos todavía están tratando de entender el trastorno de hiperactividad por déficit de atención. Del que un síntoma clásico es la impulsividad, o tendencia a actuar antes de pensar.
Científicamente, la impulsividad aparece cuando una persona elige una pequeña pero inmediata recompensa, en lugar de un beneficio más grande que requiere de una espera más larga. La elección entre las recompensas presentes y futuras es una necesidad fundamental en la educación.
Un ejemplo de esto es pedirle a un niño impulsivo que haga su tarea, por lo que obtendrá una buena nota al final del trimestre; esto tiene menos atractivo que ofrecerle ir a jugar pelota por la tarde, en lugar de estudiar.
Para estudiar el comportamiento impulsivo, los investigadores de la Universidad de Wisconsin-Madison, seleccionaron a dos monos macacos con comportamientos opuestos. Uno de ellos era muy tranquilo, mientras que el otro estaba nervioso, inquieto e impulsivo.
Los monos fueron entrenados para mirar a un punto en una pantalla, al apagarse, debían elegir entre dos cuadros colocados a un costado. Su elección de imagen determinaba el que consiguieran un inmediato pero pequeño sorbo de agua, o un sorbo más grande, después de un retraso de dieciséis segundos. Como era de esperar, el mono pasivo, a diferencia del impulsivo, descubrió rápidamente que la espera llevaba a un resultado más atractivo.
Posteriormente, se les dio una dosis de metilfenidato, el ingrediente activo del medicamento conocido como Ritalin. Los monos eligieron la recompensa retardada con más frecuencia. El mono impulsivo en realidad mostró la misma preferencia por las recompensas tardías, como los no medicados. Sin embargo, las diferencias identificables en su desempeño, significan que el metilfenidato mejora la condición, pero no la elimina.
El metilfenidato cambia la eliminación de la dopamina; un neurotransmisor de recompensa (que se incrementa por drogas como la cocaína o las anfetaminas). El resultado es que más dopamina permanece en el cerebro; que es la explicación más probable para el procesamiento de la recompensa alterada en los monos medicados.
