Según el Instituto Nacional del Cáncer, se ha demostrado que los polifenoles del té reducen el crecimiento tumoral en estudios de laboratorio y en animales, además de proteger contra el daño causado por la radiación ultravioleta.
En los países donde el consumo de té verde es común, las tasas de cáncer tienden a ser menores, pero es imposible saber a ciencia cierta si es el té verde el que previene el cáncer en estas poblaciones específicas o son otros factores ligados al estilo de vida.
Un estudio clínico a gran escala comparó a un grupo de bebedores de té verde con otro que no lo hacía. Y encontraron que las personas que bebían más té, tenían menos probabilidades de desarrollar cáncer de páncreas; en particular las mujeres, que eran cincuenta por ciento menos propensas a desarrollar la enfermedad.
Los estudios también han demostrado los efectos positivos del té verde en el cáncer de mama, vejiga, ovario, de esófago, pulmón, cáncer colorrectal, de piel y de estómago.
Los investigadores creen que es el alto nivel de polifenoles en el té lo que ayuda a destruir las células cancerosas y detiene su crecimiento. Sin embargo, los mecanismos exactos por los que el té interactúa con las células cancerosas se desconoce.
Otros estudios han mostrado una falta de efectos preventivos del té sobre el cáncer. No obstante, la cantidad de té que se requiere para desarrollar los efectos preventivos también ha variado mucho en los estudios: con dos a diez tasas al día.
Sin embargo, en el año 2005 la Administración de Alimentos y Medicamentos, declaró que no hay evidencia creíble que apoye las reivindicaciones de la salud para el consumo de té verde con un menor riesgo de cáncer.
