Hasta hace poco, la mayoría de los científicos creían que el autismo era causado principalmente por factores genéticos. Pero una nueva investigación innovadora indica que los factores en nuestro entorno pueden ser incluso más relevantes en el desarrollo del autismo que los genes.
Al parecer, algunos bebés nacen con una predisposición genética al autismo que luego se desencadena por algo en el ambiente externo, ya sea mientras el bebé está todavía en el útero o poco después del nacimiento. Es importante señalar que el entorno, en este contexto, significa cualquier cosa fuera del cuerpo. No se limita a cosas como la contaminación o toxinas en la atmósfera, de hecho, uno de los entornos más importantes parece ser el entorno prenatal.
Algunos factores prenatales que pueden contribuir al autismo incluyen el tomar antidepresivos durante el embarazo, específicamente durante los primeros tres meses. También las deficiencias nutricionales tempranas en el embarazo, especialmente al no consumir suficiente ácido fólico. Además, los niños nacidos de padres mayores tienen un mayor riesgo de autismo.
Las complicaciones en el parto o poco después, junto con un bajo peso del bebé al nacer o una anemia neonatal también son posibles factores para desarrollar la presencia del autismo. Sin mencionar las infecciones maternas durante el embarazo, o la exposición a contaminantes químicos, como metales y pesticidas.
Aún son necesarias más investigaciones acerca de los factores de riesgo prenatales, pero nunca está de más tomar medidas que reduzcan el riesgo de este trastorno en el bebé.
