Los síntomas de la neuropatía dependen de varios factores, específicamente del lugar donde se encuentren los nervios afectados y de cuáles son los nervios involucrados (motores, sensoriales o autonómos). Muchos tipos de neuropatía afectan a los tres tipos de nervios; algunas surgen de pronto, mientras que otras aparecen de manera gradual a lo largo de los años.
El daño a los nervios motores por ejemplo, normalmente conduce a problemas que afectan los músculos, provocando desde una debilidad muscular, hasta calambres o espasmos. No es de extrañar que este tipo de neuropatía lleve a una pérdida del equilibrio y la coordinación. Los pacientes pueden tener dificultades para caminar o correr; sienten pesadez en las piernas, tropiezan o se cansan con facilidad. El daño a los nervios del brazo puede hacer que sea complicado realizar tareas rutinarias, tales como levantar bolsas, abrir frascos o girar las perillas de las puertas.
El daño a los nervios sensoriales puede causar diversos síntomas, como un sentido erróneo de la ubicación, hormigueo, entumecimiento, dolores punzantes o simplemente dolor. El dolor de la neuropatía es a menudo descrito como una sensación de congelamiento, ardor o similar a la de una corriente eléctrica circulando en el área afectada. Estas sensaciones tienden a empeorar en la noche y pueden llegar a ser dolorosas y severas. Por otro lado, un daño en los nervios sensoriales puede conducir a una disminución o ausencia de sensación, dejando al paciente incapaz de sentir algo en absoluto.
El daño a los nervios autónomos afecta a los órganos internos y la funciones involuntarias, puede conducir a un ritmo cardíaco anormal e incluso afectar la presión arterial, también se caracteriza por una menor capacidad para transpirar, estreñimiento, disfunción vesical, diarrea, incontinencia, disfunción sexual y el adelgazamiento de la piel.
La neuropatía periférica no es fácil de diagnosticar en la mayoría de los casos; esto se debe a que no es una sola enfermedad, sino un síntoma con diversas causas potenciales. El proceso de diagnóstico estándar comienza con una historia médica completa, un examen físico y neurológico, así como un chequeo de los reflejos tendinosos, que incluyen una evaluación de la fuerza, el tono muscular, la capacidad de tener sensaciones, la postura y la coordinación.
Para diagnosticar la neuropatía, los exámenes de sangre también son comunes y les permiten a los médicos medir los niveles de vitamina B12. Otros exámenes de rutina incluyen los análisis de orina, pruebas de función tiroidea y un estudio de conducción nerviosa, que incluye una electromiografía (usada para medir las descargas eléctricas producidas en los músculos). Los médicos también pueden recomendar una biopsia de nervio, donde se extrae una pequeña porción de nervio para ser examinado bajo un microscopio.
