Sin importar el dolor o la ansiedad que provoca, los niños a menudo son reacios a informarle a sus padres o maestros sobre el acoso cibernético. Porque temen que al hacerlo, esto se traduzca en la pérdida de su ordenador, sus dispositivos móviles o de algunos privilegios.
Mientras que los padres siempre deben supervisar en los niños su uso de la tecnología, es importante no amenazarlos, impidiéndoles el acceso a ella o castigando a un niño que ha sido víctima de acoso cibernético.
Para detectar los signos del ciberbullying en nuestros hijos, podemos estar pendientes en su estado de ánimo, por ejemplo: si de pronto se vuelven tristes, están enojados o angustiados después de utilizar el Internet o el teléfono móvil. Si aparece ansiedad en ellos al recibir un mensaje de texto o correo electrónico. Si evitan discusiones o son reservados acerca de sus actividades. Si se alejan de la familia, los amigos y las actividades que antes disfrutaban. Si las notas en su escuela bajan súbitamente o si se niegan a ir a la escuela, alguna clase específica o evitan las actividades de grupo. Si muestran cambios en su comportamiento, el sueño, el apetito o muestran signos de depresión o ansiedad.
Una forma de supervisar el uso de la tecnología en nuestros hijos es manteniendo el ordenador en un área ocupada de la casa, en lugar de permitir que utilicen un ordenador portátil o una tablet en su dormitorio, por ejemplo.
Crear filtros en la computadora, mediante el uso de software que bloquee el contenido web inapropiado o que nos ayude a comprobar las actividades en línea de nuestros hijos es otra forma de lograrlo. Aunque la mejor manera de saber lo que sus hijos hacen con la tecnología es manteniendo una estrecha relación de confianza con ellos, asegurándoles que al tener algún incidente de acoso cibernético, no se traducirá en la pérdida de sus privilegios o un castigo. De esta forma ellos sabrán que pueden contar con su apoyo.
