La osteoporosis es una enfermedad común relacionada con la edad, que resulta silenciosa y devastadora. Un ejemplo de esto es el veinticinco por ciento de las mujeres australianas -con osteoporosis-, que sufren una fractura de cadera y mueren en un lapso aproximado de doce meses. También representa un mayor riesgo de mortalidad para las mujeres mayores de sesenta y cinco años, incluso más que el cáncer de mama. En comparación con las mujeres, la tasa de mortalidad entre los hombres con fractura de cadera es aún mayor.
A pesar de que los científicos son conscientes de las consecuencias de la osteoporosis, su conocimiento sobre las causas de la enfermedad sigue siendo difícil de alcanzar. Los científicos han sabido durante años que la osteoporosis tiene un fuerte vínculo genético. Sin embargo, los genes responsables de la enfermedad todavía se han mantenido ocultos en gran medida, hasta ahora.
Un grupo de científicos del Instituto Diamantina de la Universidad de Queensland, han descubierto más del doble de genes implicados con la osteoporosis, en comparación con los que ya se conocen. El número de variaciones genéticas ascendió hasta cincuenta y seis, todas vinculadas con la densidad mineral ósea en personas relacionadas con el riesgo de fractura. Específicamente, los investigadores descubrieron que catorce de estas variantes aumentan el riesgo de fractura.
La densidad mineral ósea se mide por medio de la absorciometría con rayos X de doble energía, también conocida como densitometría ósea. A través de ella se realizan los diagnósticos para evaluar los riesgos de fractura en general. Normalmente un alto nivel de densidad mineral ósea se traduce en un menor riesgo de fractura.
El potencial de la identificación de genes, destaca no sólo por la creación de nuevos medicamentos para los huesos, sino para obtener eventualmente verdaderos fármacos para lograr la formación de los mismos. Sin duda, la presente investigación comienza a dar los primeros pasos para entender mejor la biología de la salud ósea.
