Muchos dispositivos implantables o ingeribles están buscando la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) o ya cuentan con ella. Están fabricados con una amplia variedad de materiales -desde los chips de silicio hasta las micromáquinas- y algunos cuentan con sabores.
Otros salen rápidamente de las etapas de prueba en los laboratorios. Tan sólo con las entradas de la primera ronda del Tricorder X-Prize de Qualcomm, estamos muy cerca de ver una gran cantidad de sensores ligados a la revolución de la salud móvil inalámbrica.
Estos sensores vendrán acompañados de una gran aportación a la información sobre la salud, los médicos sabrán no sólo qué medicamentos estamos tomando, sino la hora en que los tomamos. Dichos sensores estarán disponibles para proteger la salud, pero la elección que tomemos al usarlos y para proteger la privacidad de nuestros datos será cuestión de responsabilidad personal.
La particularidad de los sensores implantables, es que estos se autocontienen y pueden transmitir información desde el interior del cuerpo sin necesidad de baterías o cables. Desde la perspectiva de un paciente, estos dispositivos podrían usarse cuando el médico crea que existe un riesgo para la salud. Sin embargo, cuando la salud no está amenazada, esto podría resultar demasiado invasivo para algunas personas.
La idea más conocida y aceptada por las personas son los chips o sensores ingeribles, estos pueden contener cámaras que pasan por el tracto digestivo, tomando fotografías. Por otro lado ya existen píldoras termómetro, que son utilizadas por algunos deportistas y personas que trabajan con una gran exposición a altas temperaturas.
Con más de doscientos competidores, no cabe duda que pronto tendremos muchas variantes de dispositivos inalámbricos o ingeribles, que aprovechen al máximo el uso de la micro y la nanotecnología.
