Las personas con retinopatía diabética pueden sufrir una pérdida significativa de la visión, y su tratamiento dependerá de la etapa en que se encuentre la enfermedad y estará orientado a disminuir o detener la progresión de la misma.
En las etapas tempranas de la retinopatía diabética no proliferativa, no existe mayor tratamiento que un seguimiento periódico de nuestra salud, atender los consejos de nuestro médico, procurar una dieta, incluir actividad física regular y mantener los niveles de azúcar en la sangre bien controlados.
Si la enfermedad avanza, las fugas de líquido de los vasos sanguíneos pueden causar un edema macular, en estos casos se recurre a un tratamiento con láser (también conocido como fotocoagulación) para detener la pérdida de sangre y líquido en la retina. El haz de luz láser se utiliza para crear pequeñas quemaduras en las zonas de la retina con vasos sanguíneos anormales, con el objetivo de sellar las fugas.
Cuando el crecimiento de los vasos sanguíneos ya se ha extendido por toda la retina, como en la retinopatía diabética proliferativa, un patrón de quemaduras láser se crea a través de la retina. Esto provoca que los vasos sanguíneos anormales se encojan o desaparezcan. Cabe señalar que con este procedimiento se puede perder un poco de la visión lateral o periférica, con el fin de mantener la visión central.
Un poco de sangrado en el humor vítreo se puede resolver por sí solo. No obstante, si una cantidad significativa de sangre se filtra en él, la visión puede nublarse, impidiendo también el uso de la fotocoagulación con láser. Para estos casos, un procedimiento quirúrgico llamado vitrectomía puede ser utilizado para eliminar el vítreo lleno de sangre y reemplazarlo con un gas o líquido cristalino que mantenga la forma y salud del ojo .
Para aprovechar al máximo la poca visión restante, suelen utilizarse una serie de artefactos especiales; desde lupas de mano hasta lentes microscópicos o telescópicos.
