Tener en cuenta algunos consejos antes de comprometerse con una rutina de actividad física, es la primera decisión saludable que se puede tomar. Después de todo, considerar la mejor manera de mantenerse seguro, es esencial antes de ponerse en movimiento.
Recibir la aprobación de nuestro médico antes de comenzar un programa de ejercicios nos será de gran utilidad, sobre todo si tenemos alguna condición preexistente. De esta forma sabremos mejor cuáles son las actividades que se deben evitar.
Las personas deben tener en cuenta la forma en que los problemas de salud afectarán el curso de sus entrenamientos. Por ejemplo, para los diabéticos podría ser necesario ajustar la sincronización de los horarios de medicación y alimentación, con el programa de ejercicio. En especial cuando nos percatamos de que algo anda mal; desde un dolor agudo o inusual, hasta la falta de aire; esta puede ser la señal de que debemos detenernos o tratar con otra actividad.
En los casos en los que una persona no se ha mantenido activa por mucho tiempo, podría ser perjudicial esforzarse al máximo desde el inicio. Lo ideal será construir un programa de ejercicios poco a poco. Dando un espacio entre cada entrenamiento y aumentando la actividad lentamente.
Muchas personas se comprometen con un programa de ejercicio por lo menos durante tres o cuatro semanas para convertirlos en un hábito; manteniendo su motivación con objetivos a corto plazo. Los beneficios incluyen una mejora en el estado de ánimo, los niveles de energía y la reducción del estrés. Es importante recordar que algunas metas, tales como la pérdida de peso, pueden tardar un poco más en alcanzarse.
En caso de sentir mareos, falta de aliento, dolor en el pecho o presión; una súbita sensación de sudor frío o se experimenta dolor, se debe suspender la actividad inmediatamente y llamar a un médico o especialista. También se recomienda detener el ejercicio si alguna articulación está enrojecida, hinchada o sensible al tacto.
