Desde hace tiempo se sabe que el sueño y las respuestas del sistema inmune se encuentran estrechamente vinculados. Pero un estudio publicado en agosto de 2012 en el diario SLEEP, que llevó a cabo un grupo de investigadores de la Universidad de California, ha demostrado que las vacunas son mucho menos eficaces si la persona que las recibe no está durmiendo el tiempo recomendado.
La investigación ha demostrado que la falta de sueño puede conducir a problemas como la fatiga, dolores musculares, dolor de cabeza, depresión, sensibilidad al frío, confusión, pérdida de memoria, ojos rojos, torpeza, aumento de peso, hinchazón periorbitaria (ojeras), temblor en las manos. Sin mencionar los riesgos de desarrollar a largo plazo, hipertensión, diabetes, fibromialgia y niveles más altos de la hormona del estrés.
Para el estudio, los investigadores se propusieron determinar si los hábitos de sueño adecuados podrían ayudar al efecto de inmunidad que tienen las vacunas. Por esta razón, se reclutó a ciento veinte adultos no fumadores, con el fin de administrarles vacunas contra la hepatitis B. Sus niveles de anticuerpos fueron medidos antes de la administración de las vacunas y seis meses después de haberlas recibido, esto para cerciorarse de que existiera una respuesta clínicamente protectora.
Los resultados del estudio encontraron que las personas que no dormían más de seis horas por noche, tenían once punto cinco veces más probabilidades de no estar protegidos por la vacuna contra la hepatitis B, en contraste con las personas que dormían menos de siete horas por noche. Por otro lado, la calidad del sueño no afectó el resultado del estudio en absoluto. Al final, dieciocho de los ciento veinte voluntarios no lograron obtener la protección de la vacuna.
Esto sugiere que los médicos deberían considerar pedirle a sus pacientes información acerca de sus patrones de sueño, ya que la falta de éste puede afectar significativamente la potencia de las vacunas.
