Cerca de ciento setenta millones de personas en el mundo sufren de hepatitis C crónica, una infección viral que a menudo conduce a la cirrosis o cáncer de hígado. En estos momentos, la medicina moderna puede curar cerca de cincuenta a ochenta por ciento de los casos de hepatitis C, pero a menudo los tratamientos tienen efectos secundarios que son a su vez muy perjudiciales.
Un nuevo fármaco podría ser capaz de ofrecer una alternativa para que los pacientes libren a su cuerpo del problema, sin quedar expuestos a los mismos efectos secundarios. Desarrollado por Santamaris Pharma A/S, una organización con sede en Dinamarca, el miravirsin es parte de una clase de medicamentos conocidos como drogas de interferencia de ARN (o RNAi por sus siglas en inglés).
El ARN interferente funciona de forma diferente a los antivirales tradicionales que atacan ciertas proteínas u otras partes de un virus específico. Estos fármacos no son productos químicos tóxicos, sino pequeños trozos de otras moléculas de ARN que se unen a otras moléculas de ARN. Y en lugar de interrumpir la función del virus, miravirsin funciona mediante la unión de una molécula de ARN en el núcleo de la célula huésped que la hepatitis C necesita para replicarse. Sin la capacidad de replicarse o extenderse a través del cuerpo, la infección viral será de corta duración. Este tipo de limpieza ha llevado al medicamento a recibir el sobrenombre de ‘medicina esponja’.
Mientras que los efectos a largo plazo siguen siendo una posibilidad, los efectos secundarios observados a corto plazo fueron mínimos, y consistieron sólo en una erupción y dolor moderado en el sitio de la inyección.
Desde su descubrimiento en 1998, los científicos han estado tratando de utilizar el ARN interferente para frenar la capacidad de los virus para secuestrar a las células huésped y replicarse en el proceso. Aunque a pesar de las esperanzas que había inspirado, el camino desde la idea hasta el tratamiento real resultó ser algo mucho más difícil de atravesar.
