Las razones exactas por las que algunas madres desarrollan depresión postparto, mientras que otras no lo hacen, todavía son desconocidas. Sin embargo, se cree que una serie de causas interrelacionadas y algunos factores de riesgo contribuyen al problema.
Por un lado están los cambios hormonales, después del parto, la mujer experimenta una gran caída en sus niveles hormonales de estrógeno y progesterona. Los niveles de tiroides también pueden caer, lo que conduce a la fatiga y la depresión. Estos cambios hormonales junto con los rápidos cambios en la presión arterial, el funcionamientos del sistema inmunológico y el metabolismo que las nuevas madres experimentan, pueden desencadenar la depresión postparto.
Dar a luz trae muchos cambios físicos y emocionales. Las mujeres suelen enfrentarse al dolor físico del parto o a la inseguridad sobre su atractivo físico y sexual. El estrés de cuidar a un recién nacido también puede sumarse cuando las madres son privadas del sueño. Además es posible que se sientan abrumadas o ansiosas acerca de su capacidad para atender adecuadamente a su bebé. Estos ajustes pueden ser especialmente difíciles para las madres primerizas, que están acostumbrándose a su nueva identidad.
Es por esto que algunas mujeres son más propensas que otras a desarrollar una depresión postparto. A continuación se presentan los principales factores que incrementan las posibilidades de desarrollarla:
– Tener un historial propio o familiar de depresión
– Haber presentado con anterioridad los síntomas de un síndrome premenstrual severo o un trastorno disfórico premenstrual
– La existencia de complicaciones médicas para la madre o en el bebé
– La dificultad previa para establecer o mantener relaciones sociales
– La falta de apoyo de familiares y amigos