La depresión postparto puede interferir con la capacidad de la madre para funcionar con normalidad, así como la capacidad para cuidar de ella misma y de su hijo. Cuando una mujer sufre depresión postparto, no significa que sea una mala madre. Sin embargo, cuando se encuentra consumida por los síntomas de la depresión, tales como la fatiga, irritabilidad, apatía y el llanto, es difícil o prácticamente imposible mirar correctamente a través de las necesidades de su hijo recién nacido. Por otro lado, si la depresión no es tratada a tiempo, el bebé se verá afectado.
Los hijos de madres deprimidas son más propensos a desarrollar problemas de conducta, como problemas de sueño, trastornos del temperamento, agresión o hiperactividad. A menudo, el desarrollo de los bebés tiende a verse retrasado, ya que ellos aprenden a caminar y hablar más tarde que el promedio. Sin mencionar que pueden presentar problemas en el colegio.
Los hijos de madres con depresión también tienen dificultades para establecer relaciones seguras. Les puede resultar difícil hacer amigos en la escuela, pueden ser distraídos socialmente o pueden actuar de forma destructiva. Algunos estudios han mostrado que estos niños también tienen baja autoestima y son más ansiosos, temerosos, más pasivos y menos independientes que los demás.
El riesgo de desarrollar depresión mayor en una etapa temprana de su vida, es especialmente alto para los hijos de madres con una depresión postparto severa.
Una mujer que sufre de depresión postparto, no tiene razones para sentirse culpable o avergonzada. Los síntomas de este padecimiento son algo que escapan de su control y no la convierten en una mala persona o una mala madre. Sin embargo, la opción de recibir un tratamiento sí es una decisión, ya que al tomar en cuenta el impacto que la depresión tiene sobre esa mujer y su hijo, lo más importante es buscar ayuda de inmediato.
