La investigación ha demostrado que las madres con depresión postparto interactúan menos con sus hijos. Las mujeres deprimidas son menos propensas a amamantar, jugar, o leerles a sus hijos y también pueden ser inconsistentes en la manera de cuidar a sus bebés recién nacidos. Las madres con este padecimiento pueden ser amorosas y atentas a veces, pero en otras ocasiones tienden a reaccionar de forma negativa o pueden no responder en lo absoluto. Esta inconsistencia interrumpe el proceso de unión entre la madre y el niño. Este proceso de vinculación emocional, conocido como apego, es la tarea más importante de la infancia.
Un apego seguro se forma cuando la madre responde con gusto, consistencia y coherencia a las necesidades físicas y emocionales de su bebé. Cuando el bebé llora, la madre lo tranquiliza; en cambio, cuando el bebé sonríe, la madre responde de manera similar. En esencia, la madre y el niño están en sintonía, reconociendo y respondiendo a las señales del otro.
Sin embargo, una madre con depresión postparto tiene una menor probabilidad de responder a esas señales de su bebé. Este problema a largo plazo, prepara el escenario para un apego inseguro y un niño que muestra un apego inseguro, está en riesgo de desarrollar múltiples dificultades y retrasos en su desarrollo, incluidos los problemas de conducta, emocionales y sociales.
Respecto a las señales y a la habilidad para identificar las necesidades del bebé, es común sentir frustración, ansiedad e incluso ira cuando uno se enfrenta con un bebé que llora. Sobre todo si el pequeño llora durante horas y horas sin calmarse. Por otro lado, resulta igualmente frustrante un bebé que parece indiferente, que no quiere abrazar o hacer contacto visual con sus padres. En estas situaciones, es necesario encontrar la manera de conseguir un buen manejo del estrés. Cuando los padres se encuentran tranquilos y centrados, estarán en mejores condiciones de entender lo que está pasando con su hijo y de calmar su llanto.
