Los bebés que presentan síntomas de reflujo no siempre se enfrentan a un problema de salud

Reflujo bebes
Según un nuevo estudio publicado en el diario Pediatría, los bebés que después de una comida presentan reflujo de manera regular, no necesariamente padecen una enfermedad conocida como reflujo gastroesofágico.

Los síntomas relacionados con el reflujo deben ser observados y atendidos con eficacia, sin embargo, es trabajo de los pediatras diferenciar entre los bebés que sufren de un reflujo gastroesofágico fisiológico y los que padecen reflujo gastroesofágico.

El reflujo fisiológico consiste en el paso regular del contenido gástrico hacia el esófago. Se identifica por la expectoración constante o regurgitación del contenido del estómago y en ocasiones se presenta con otros síntomas, como el hipo, la tos, irritabilidad y vómitos. Más del sesenta por ciento de los bebés sanos presentan reflujo gastroesofágico fisiológico, y esta es la principal preocupación en el veinticinco por ciento de las visitas al médico durante los primeros seis meses del bebé.

Dicho de otro modo: tener un bebé que regurgita regularmente, puede plantear una gran preocupación para su familia. Sin embargo, la mayoría de los bebés superan los síntomas al cumplir un año de edad. Por otro lado, la enfermedad del reflujo gastroesofágico, incluye los síntomas problemáticos y las complicaciones relacionadas con el reflujo fisiológico. Estas complicaciones incluyen irritabilidad, vómitos, regurgitación, aumento de peso, falta de apetito, dolor de estómago y problemas para dormir.

Para su tratamiento se sugiere realizar cambios en la dieta, la alimentación y llevar a cabo cambios de posición en el bebé (este tratamiento es la primera línea de atención para ambos casos de reflujo). Por otra parte, algunos médicos suelen recetar medicamentos para la enfermedad del reflujo gastroesofágico ante los síntomas más comunes. Esto podría desencadenar un uso excesivo de medicamentos en casos en los que pueden evitarse.

Uno de los tratamientos más extremos consiste en una peligrosa cirugía, que por lo general sólo se lleva a cabo en los bebés que tienen complicaciones que representan un riesgo potencialmente fatal. Por esta razón, es importante que los especialistas en atención médica sean capaces de identificar y tratar adecuadamente a los niños con síntomas de reflujo, para evitar los costes que un tratamiento innecesario significa.

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