Una niña llamada Sarah Murnaghan acaba de cumplir once años. Sin embargo, ella no estaría aquí si no fuera por un equipo de cirujanos, dos donadores de pulmón y una intervención de última hora.
Sarah sufría de fibrosis quística desde su nacimiento. Por desgracia su estado comenzó a deteriorarse a principios de 2013, al grado en que sus padres solicitaron un permiso especial para que la pequeña pudiera recibir un par de pulmones adultos.
Por esta razón, un juez ordenó que la regla preventiva fuera suspendida para Sarah. A pesar de esto, el primer par de pulmones comenzó a fallar horas después de la cirugía. Los médicos tuvieron que extirpar los pulmones y conectaron a la niña a una máquina especial durante tres días, hasta que otro par de pulmones estuvieron disponibles.
No obstante, los nuevos trasplantes fueron infectados con neumonía, aunque Sarah pudo irse a casa poco después. Este caso es inspirador, ya que setenta y nueve personas reciben un órgano donado diariamente, pero a causa de una oferta deficiente, dieciocho personas más mueren durante la espera. Cabe señalar que sólo la mitad de los pacientes trasplantados sobreviven más de cinco años, tan sólo en los Estados Unidos.
Durante el primer año el rechazo agudo es tratable con ayuda de medicamentos inmunosupresores. Más tarde, los pacientes sufren de una condición conocida como rechazo crónico, donde la función pulmonar se deteriora progresivamente, y no existe un tratamiento conocido.
Por esta razón los médicos han estado luchando para usar nuevas tecnologías, que los ayuden a enfrentarse a la falta de donadores y al rechazo de órganos. Un ejemplo es el caso de una niña en Corea del Sur, que recibió un implante de tráquea, tratada con sus propias células madre.
En el futuro, los médicos esperan desarrollar órganos completos, incluyendo un corazón, pulmones, riñones etc. Todo esto sin la necesidad de un donador.
