Un análisis realizado por investigadores de la Universidad de Liverpool, en el Reino Unido, afirma que la restricción de alimentos y bebidas durante el parto, no beneficia a las futuras madres en modo alguno.
Muchos hospitales en todo el mundo tienen políticas que restringen los alimentos y los líquidos, una vez que la mujer ha comenzado con la labor de parto. Estas políticas son necesarias en caso de que se requiera una cesárea y anestesia general. Sin embargo, los científicos dicen que este procedimiento es injustificado.
Se tomaron como base cinco estudios realizados en el Reino Unido, y contaron con la participación de tres mil ciento treinta mujeres, todas ellas clasificadas con un embarazo de bajo riesgo para la necesidad de anestesia general durante el parto. Los investigadores analizaron a las madres y los recién nacidos, comparando a los que tenían restricciones de alimentos con los que no las tenían.
Los investigadores analizaron muchos factores en busca de alguna diferencia, sin embargo, no encontraron evidencia de algún beneficio. Los resultados no mostraron diferencias en ninguna de las mediciones, ya sea en términos del bienestar del bebé o en la probabilidad de que una mujer necesitara una cesárea.
Estas restricciones contra los alimentos y bebidas durante el trabajo de parto, comenzaron desde 1964, porque aparentemente las mujeres sufrían una enfermedad o la muerte bajo la influencia de la anestesia general, porque el contenido de su estómago estaba entrando en sus pulmones. Por lo que comer y beber fue considerado como algo demasiado peligroso.
Sin embargo, la modernas técnicas de cesárea han hecho que el riesgo sea demasiado pequeño. No obstante, algunas mujeres se niegan a comer durante el proceso de labor de parto, así que las mujeres seguirán teniendo la opción de ingerir alimentos o no durante el parto.
