Un nuevo estudio realizado por un equipo de investigadores de la Universidad George Washington y la Universidad de California, ha sugerido que la eliminación del uso de retardantes de llama -potencialmente dañinos- en los muebles, algunos artículos electrónicos y plásticos, podría estar teniendo un impacto positivo en las mujeres embarazadas y la exposición de los recién nacidos a los productos químicos.
Desde la década de los setenta, los fabricantes acostumbraban usar materiales ignífugos, llamados éteres difenil polibromados o polibromodifenil éteres, en muchos artículos de uso común. Sin embargo, eventualmente se encontró que estos retardantes planteaban graves cuestiones de salud para las mujeres embarazadas y sus bebés.
En el año 2011, surgieron informes que mostraban cómo es que estos compuestos podrían estar socavando la hormona tiroidea de señalización durante el embarazo de una mujer, algo que podría afectar el desarrollo del cerebro en el feto.
La investigación previa ha sugerido que la exposición a estas sustancias químicas durante el embarazo, incluso en niveles muy bajos, puede dar lugar a un estudiante con problemas de aprendizaje y concentración en el futuro.
La producción de estos químicos cesó en 2004. No obstante, los investigadores dicen que estas sustancias pueden permanecer en el medio ambiente por un largo tiempo. Esto se debe a que muchos productos antiguos todavía contienen estos químicos, estos pueden degradarse en el polvo del hogar e incluso encontrar su camino en los productos alimenticios. Teniendo esto en cuenta, los autores del estudio dicen que es muy probable que la exposición continúe.
Sin duda esta información resultará muy valiosa en la formación de una política de salud pública más eficiente.
