Es bien conocido que las pupilas ajustan su tamaño cuando se exponen a ambientes de luz u obscuridad. Sin embargo, una investigación realizada en la Universidad de Oslo, sugiere que el tamaño de nuestras pupilas también cambia cuando nos imaginamos estos entornos, incluso cuando nuestros ojos no están expuestos directamente a la luz y a la obscuridad.
Los hallazgos podrían ser de utilidad en el estudio de las experiencias mentales de los pacientes que sufren de trastornos neurológicos graves.
Para llegar a sus conclusiones, los investigadores monitorearon los diámetros de la pupila de los participantes del estudio, utilizando un rastreador de ojos infrarrojo durante toda la serie de experimentos.
El primer experimento requería que los participantes miraran una pantalla que mostraba triángulos con diferentes niveles de brillo. Se les pidió entonces que imaginaran activamente los triángulos. Los resultados de este experimento revelaron que las pupilas de los sujetos variaban en tamaño dependiendo de la luminosidad del triángulo que se imaginaban. Cuando se imaginaban triángulos brillantes, sus pupilas eran más pequeñas, pero se agrandaban cuando ellos imaginaban triángulos obscuros.
Otro experimento consistía en que los participantes imaginaran escenarios con diferentes niveles de brillo. Desde un cielo soleado hasta una habitación obscura. Nuevamente las pupilas cambiaron su diámetro con cada escena.
Los investigadores dicen que sus hallazgos demuestran que el tamaño de las pupilas no son sólo una respuesta mecanicista, sino que cambian en relación con la sensación subjetiva de brillo. Una posible explicación es que las pupilas se preparan para experimentar estos escenarios. No obstante, también es posible que la luminosidad de un objeto se almacena en la huella de la memoria junto con la forma del objeto.
Los científicos señalan que podrían continuar con la investigación concentrándose esta vez en la aplicación de la pupilometría en el estudio de la conciencia y de las imágenes.
