Un estudio realizado por los investigadores de la Universidad Fairfield, en Connecticut, sugiere que las personas que toman fotografías de objetos, recuerdan menos de ellos que las personas que sólo las miraron con detenimiento por un momento.
Dicho de otro modo, la gente toma sus cámaras a menudo y casi sin pensar para capturar un momento, hasta el punto en que se están perdiendo de lo que está pasando justo frente a ellos.
A los participantes del estudio se les dio un recorrido por un museo de arte, y se les pidió que tomaran nota de ciertos objetos, tomando una fotografía o examinándolos de cerca. Al día siguiente, se les pidió que seleccionaran los objetos y los describieran.
Los que habían fotografiado cosas eran menos precisos en la identificación de los mismos y no podían responder a tantas preguntas acerca de sus detalles, en comparación con los participantes que habían mirado más de cerca.
Una posible explicación es que las personas confían demasiado en la tecnología para que recuerde las cosas por ellos; contando con que la cámara grabe el evento, ellos mismos no tendrían que estar ‘presentes’. Esto puede causar un impacto negativo en la forma en que se recuerdan las experiencias.
El sentido común sugiere que si uno mira en las fotografías, esto dará lugar a los recuerdos que se han visto; pero sólo si en realidad la persona se toma el tiempo para mirar las fotos más tarde. Curiosamente, el volumen y la falta de organización de las fotografías digitales para recordar las memorias personales, desalienta a muchas personas de acceder y recordar el pasado sobre ellas. Con el fin de recordar, es necesario acceder e interactuar con las fotografías, en lugar de simplemente acumularlas.
Estos resultados muestran cómo el ojo de la mente y el ojo de la cámara no son los mismos.
