Lo más común al iniciar el año, es que aquellas personas que se han excedido en sus comidas durante todo diciembre, quieran comenzar una dieta. Después de todo, la mayoría comienza a sentir los estragos de la última cena de 2012, entre algunos atracones de pasteles, carne y en algunos casos, el consumo excesivo de alcohol.
A menos que uno sea el tipo de persona que puede pasar por alto este tipo de situaciones y permanezcan imperturbables ante la idea de una cintura en crecimiento, la recomendación sería no comenzar una dieta en enero. El verdadero consejo para una persona que busca ser más saludable, es evitar las dietas extremas y repentinas.
La razón principal para evitar una dieta repentina es el clima, aún cuando creemos haber almacenado suficiente grasa en nuestro cuerpo para sobrevivir hasta la próxima primavera, este no es el mejor momento para privar al cuerpo de los alimentos. También hay que recordar que una comida rica en lípidos y carbohidratos puede estar equilibrada con ensaladas y verduras.
En segundo lugar está la gran posibilidad de que nuestra nevera esté llena de sobras de comida por un largo tiempo. Ninguna dieta vale la pena para dejar de lado un par de días o más consumiendo comida recalentada. Sin mencionar el costo, ya que enero no es el mejor momento para mantener grandes gastos, recuerda que la mayoría de las dietas implica una gran cantidad de ingredientes caros; en su mayoría alimentos importados, cuya distribución implica un mayor esfuerzo para los productores que en las épocas más cálidas del año.
Y es que esto no se trata sólo sobre el bolsillo, si realmente uno debe hacer resoluciones de año nuevo solamente pensando en lo que consume, hay un abanico de posibilidades más grande para llevar a cabo: desde el pequeño propósito de terminar con cualquier sobrante de comida en casa o evitar el consumo excesivo de alimentos procesados, hasta pensar más en una rutina ligera pero constante de ejercicios.
Todo sea por convertir poco a poco una época de esperanza, en un año de nuevos hábitos. Aunque nunca está de más consultar a un experto, para que te aconseje sobre aquello que más le convenga a tu salud y a tu cuerpo.
