Las vacunas y su mala reputación

Peligro Vacunas
El miedo que rodea a las vacunas se remonta al británico Andrew Wakefield, un cirujano quien publicó un estudio en 1998 que ‘demostró’ el riesgo que implicaban las vacunas en las posibilidades de desarrollar autismo.

En consecuencia, una sociedad en pánico respondió con una caída del ochenta por ciento en las tasas de vacunación, que se mantuvieron hasta el 2004. Sin embargo, una evaluación realizada en el año 2011 desacreditó rotundamente el estudio, calificándolo como un fraude elaborado y acusando a Wakefield de falsificar datos para apoyar su teoría.

Posteriormente, diez de los doce coautores del estudio se retractaron y Wakefield fue despojado de su licencia médica. Las acusaciones impuestas contra el cirujano llevaron a una demanda por parte de los fabricantes de vacunas (de los que Wakefield había sido consultor). Pero el daño ya estaba hecho y sus efectos a largo plazo aún pueden apreciarse hoy en día. Alrededor de un tercio de los padres en Estados Unidos siguen creyendo que las vacunas pueden causar autismo, y uno de cada 10 padres retrasa la aplicación de las mismas en sus hijos o se las niega por completo.

Un examen exhaustivo por parte del Instituto de Medicina publicado en 2004 examinó la posibilidad de que existiera una relación entre las vacunas (específicamente de la triple viral) y el autismo, incluyendo aquellas que tienen timerosal, un conservador con altas cantidades de mercurio, que se había utilizado en las vacunas desde 1930, cuyo uso fue suspendido recientemente debido a algunos problemas de salud. Después de examinar la literatura médica, el examen llegó a la conclusión de que la evidencia favorece el rechazo de una relación causal entre la vacuna triple viral y el autismo.

Sin embargo, es posible que sean necesarios más estudios antes de que los padres puedan ser vacunados completamente contra sus temores.

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