Además de utilizarse para reducir el dolor durante una cirugía, la anestesia local se aplica en ocasiones para ayudar a diagnosticar la causa de algunas enfermedades crónicas, e incluso para el alivio del dolor después de una operación (alivio del dolor postoperatorio).
En algunos casos la anestesia local es más beneficiosa que los opiáceos tradicionales para el manejo del dolor, después de una cirugía de reemplazo total de rodilla. El uso de anestésicos locales también puede reducir los síntomas de la enfermedad inflamatoria intestinal.
Los anestésicos locales pueden ser eficaces para el tratamiento del dolor neuropático. La lidocaína intravenosa y otros derivados orales alivian el dolor por daño al sistema nervioso, estos fármacos fueron seguros en los ensayos clínicos controlados para combatir el dolor neuropático, de hecho, tuvieron mejores resultados que otros analgésicos.
Los anestésicos locales son medicamentos de estabilización que logran adormecer una parte específica del cuerpo, actuando sobre ciertas vías nerviosas, deteniendo las señales de dolor que se envían por los nervios hacia el cerebro.
Los anestésicos sintéticos son muy similares a la cocaína. Sin embargo, a diferencia de esta, los anestésicos no tienen el mismo potencial de abuso. Los médicos pueden determinar la duración de los efectos, dependiendo de la cantidad de los medicamentos. En general, los efectos adormecedores de la anestesia local, pasan entre media hora y cuatro horas después de su administración.
Cabe señalar que los efectos adversos de los anestésicos locales pueden incluir: síndrome depresivo, reacciones alérgicas y cianosis (la piel se vuelve azulada, debido a una mala circulación u oxigenación de la sangre).
