Varios estudios en humanos y animales han demostrado una relación entre una preferencia por los sabores dulces y los trastornos por el uso de alcohol. Dicho de otro modo, los mecanismos cerebrales de las respuestas a los sabores dulces, pueden compartir vías neurales comunes con las respuestas al alcohol y otras drogas.
Gracias a un estudio que utilizó imágenes de resonancia magnética funcional, se ha encontrado que el consumo de alcohol se relaciona con una respuesta de la región orbitofrontal del cerebro, que también responde ante los estímulos intensamente dulces. Una respuesta cerebral que puede servir como un fenotipo importante, o característica observable para determinar el riesgo de alcoholismo.
De hecho, algunos estudios han hecho evidente que los animales criados para preferir el edulcorante artificial como la sacarina, también beben más alcohol, aunque los datos en los seres humanos son un poco más variables. Sin mencionar que los alcohólicos con una historia familiar de alcoholismo, tienen una preferencia por los gustos excepcionalmente dulces. Así, aunque las razones exactas no están claras, parece haber una evidencia significativa que sugiere algún tipo de relación entre las propiedades de recompensa de ambos sabores; el dulce y el alcohol.
En resumen, lo que los investigadores encontraron fue que la respuesta al intenso sabor dulce en la zona orbitofrontal izquierda, se correlacionó significativamente con los patrones de consumo de los sujetos. Si bien es necesario investigar mucho más para comprender esta relación, los resultados de la presente investigación han podido implicar una región particular del cerebro, involucrada en la codificación de las respuestas o recompensas primarias, como el placer.
