La toxoplasmosis es una enfermedad causada por el parásito toxoplasma gondii. Los signos y síntomas de esta enfermedad por lo general incluyen una aparente gripe, fiebre, dolor de garganta, la inflamación de las glándulas linfáticas, dolor de cabeza y fatiga. Aunque la mayoría de las personas infectadas no presentan signos o síntomas en absoluto.
Para las personas con sistemas inmunes debilitados, como los pacientes con cáncer, SIDA o los receptores de trasplante de órganos que usan medicamentos inmunosupresores, los signos y síntomas pueden incluir los mismos que los mencionados anteriormente, además de confusión, problemas de coordinación, convulsiones, complicaciones similares a la tuberculosis y toxoplasmosis ocular (una inflamación severa de la retina).
Si una mujer embarazada se infecta con el toxoplasma gondii, hay un treinta por ciento de probabilidades de que el feto en desarrollo también sea infectado (toxoplasmosis congénita), incluso si la madre no presenta síntomas.
La mujer embarazada tiene más probabilidades de transmitir la infección durante el tercer trimestre del embarazo. Sin embargo, el riesgo de sus efectos son mayores mientras más pronto ocurra la infección. La mayoría de las complicaciones aparecen cuando el niño alcanza la adolescencia o más tarde, pero puede incluir padecimientos que van desde cáncer de cerebro, hasta los problemas mentales, como la esquizofrenia.
