Las víctimas del trastorno de ansiedad social o fobia social tienen pensamientos negativos o creencias que contribuyen a incrementar su ansiedad.
Muchas personas con este padecimiento tienden a sentirse abrumadas por pensamientos como:
– “Mi voz comenzará a temblar y terminaré por humillarme a mí mismo”
– “Las demás personas pensarán que soy un tonto”
– “No tengo nada qué decir. Voy a parecer una persona aburrida”
– “Estoy seguro de que voy a terminar pareciendo un tonto”
Desafiar estos pensamientos negativos, ya sea a través de la terapia o por cuenta propia, es una manera efectiva de reducir los síntomas del trastorno de ansiedad social.
El primer paso es identificar los pensamientos automáticos negativos que subyacen al temor que provocan las relaciones sociales. Por ejemplo, cuando alguien está preocupado acerca de su próxima presentación en el trabajo, el pensamiento negativo subyacente podría ser: “Todo el mundo pensará que soy totalmente incompetente”.
El siguiente paso es analizar y desafiar dichos pensamientos negativos al cuestionarlos. A través de esta lógica de evaluación sobre las cosas negativas, se pueden llegar a reemplazar gradualmente por pensamientos más realistas o positivos.
Cabe señalar que existen algunos estilos de pensamiento que son perjudiciales para las personas con trastorno de ansiedad social y cualquiera de nosotros en general: El primero es suponer que sabemos lo que piensan los demás o que esas personas nos ven de la misma forma negativa en que nosotros lo hacemos. El segundo es pensar que somos capaces de predecir el futuro, especialmente cuando creemos que todo va a salir muy mal. Y el tercero consiste en suponer que las personas se están enfocando de manera negativa en nosotros o en algo que esté relacionado con uno mismo.
